Un viaje a través del tiempo

Es la una, te vas a comer a casa. Ya lo tenías pensado, pero cuantos días cambias de opinión…
Llegas a casa; mientras comes tienes una charla intrascendente, el trabajo, la familia… (gran verdad lo de que la familia no la eliges, sino que te toca). Acabas y te vas a tu cuarto-despacho. Empieza la transformación, coges el maletín (regalo de tus padres con el cual te demostraron que te valoran, algo que tu no haces…) metes las fichas, una libreta, un libro, el boligrafo…
Sales de casa, coges el coche y pones una CD, ya preparado para estos días. Nueva ciudad, tienes la dirección a mano, el camino a seguir. Pones en marcha el coche.
Hoy rumbo al interior. Mientras la música suena el paisaje cambia, más montaña, más verde e incluso ves nieve. Llegas a la salida. Entras en la ciudad. Aparcas el coche. Tienes tiempo. Una media hora. Miras alrededor. Ves una cafetería. Entras. Pides un cortado. Coges el libro y el lápiz. Otro paso más del viaje. El libro te lleva a otra época, otros problemas… Es hora, pagas y te diriges al lugar de destino…
El archivo te espera, entras dentro del edificio. Momento en el que siempre piensas que este es tu mundo. Te encanta este trabajo... Respiras profundo y pides la prensa de la ciudad a partir de 1890. Tienes un objetivo, encontrar datos, fechas, nombres que te ayuden a montar un rompecabezas… Abres el diario y empiezas a leer las noticias de una época lejana, escritas por gente con otros objetivos, otros problemas. Entras dentro de su mundo y pierdes la noción del tiempo. Las horas no cuentan, estás tú y ese diario que te cuentan historias que han pasado por las calles que tú has pisado unos minutos antes. Ves a su gente, los sientes, te alegras por las buenas noticias, te enfadas con las injusticias,…

¿QUIÉN DICE QUE NO SE PUEDE VIAJAR POR EL TIEMPO?